miércoles, 23 de junio de 2010

.En varios días me mudo por completo al campo. Me mudo al campo después de nueve años de vivir entre Río Piedras, Guaynabo, Bayamón, Viejo San Juan, Miramar y Santurce, y es el alivio más alivio que he sentido en años. No hay nada como la sensación de desconección de todo a lo que se está acostubrado. Y entonces, para futuros adioses, ensayo desde ahora. Voy a extrañar a Claudia y a Virgilio; a Dorín con sus 78 mil preguntas diarias; a correr bicicleta por las tardes y corretear a los gatos haciendo como si los fuese a atropellar; al nene quinceañero de la calle de atrás, al que miraba, por molestarlo, con ojos de "te voy a brincar encima" (lo siento); a los viejitos que comían a las 6:30 en el balcón, en la calle del museo; ver a las nenas salir de las clases de ballet y desayunar en el bistro. Y así voy a extrañar las insistencias de Claudia, y nuestras conversaciones en el balcón; Ver Weeds y escuchar mixes; hablar de nenes, de nenes que no hacen caso, de amores frustrados y posibles amores, y estrujes y besos, y cenas, y chatroulette, y scrabble con Bucho, y bicicleta con Charlie y todo lo que anduve haciendo desde noviembre hasta ahora.

-Uno

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